“No, no hace falta, ya tenemos el nombre en el Registro Mercantil”. Esta es una de las afirmaciones que los empresarios y emprendedores nos comentan con más frecuencia. Recientemente han constituido una sociedad y entienden que pueden operar libremente utilizando dicha denominación en exclusiva de formas diversas que creen cubiertas por tal razón social.
Pero ¿por qué deben protegerse el nombre comercial y la marca si ya se dispone de denominación social?
Las denominaciones sociales identifican a una persona jurídica en el tráfico mercantil como sujeto de derechos y obligaciones en todas sus relaciones jurídicas, es decir, se utilizan en situaciones como firmar contratos, emitir facturas, pagar impuestos, etc. El organismo encargado de gestionarlas es el Registro Mercantil, que valora la aptitud registral de dicha denominación conforme a una serie de normas e inscribe los hechos y actos relativos a los empresarios individuales y a las sociedades mercantiles.
Por su parte, los nombres comerciales son signos que identifican a las propias empresas en el tráfico mercantil, y las marcas distinguen en el mercado productos y/o servicios de una empresa de los de otras. Ambos títulos los otorga, a nivel nacional, la Oficina Española de Patentes y Marcas.
Para entender mejor estas figuras, veamos el siguiente ejemplo.
Una sociedad dedicada a la venta de ropa y accesorios tiene:
• la denominación social: Maximo Diurny Confecciones, S.L. constituida para el desarrollo de la actividad de fabricación y comercialización de productos textiles, calzado, accesorios y complementos;
• el nombre comercial: Maximo Diurny (con un logotipo) para promocionar sus establecimientos comerciales; y,
• diversas marcas a través de las cuales ofrece sus productos al público consumidor: por ejemplo, MaxDHome (línea de productos para el hogar), MaxDGlamour (línea de productos para adultos), MaxDKids (línea de productos para niños) y MaxDExpress (servicios de entrega de mercancías a domicilio)
Como se aprecia en el caso anterior, las denominaciones sociales, los nombres comerciales y las marcas cumplen funciones diversas y, por ello, tienen diferente régimen jurídico que exige una protección adecuada a su naturaleza.
Además, una denominación puede ser apta para constituir una denominación social y no ser admisible como marca y viceversa, por ejemplo, una denominación social puede no cualificar como marca porque dicha denominación no sea distintiva, o esté compuesta por una palabra descriptiva, porque indique origen geográfico o simplemente porque ya esté registrada como marca por un tercero. Y en su caso, una marca formada por palabras puede no ser aceptada como denominación social en el Registro Mercantil por no cumplir con la normativa vigente, por ejemplo, cuando la denominación social que aspira a ser inscrita utilice las mismas palabras que otra ya inscrita en diferente orden, género o número.
Ante tal amplia casuística, lo que es evidente es que en la práctica las denominaciones sociales, nombres comerciales y marcas pueden colisionar en el tráfico mercantil creando confusión en los consumidores. Para evitar conflictos comerciales u otros inconvenientes es aconsejable establecer desde el principio una buena estrategia en materia de propiedad industrial que incluya, por ejemplo, la realización de búsquedas de derechos anteriores que puedan suponer un obstáculo registral o bien la solicitud simultánea de la denominación social en el registro mercantil y de la solicitud de nombre comercial y/o marca en la oficina de marcas que corresponda.
Para dar respuesta a todo lo anterior, les invitamos a contactar con nosotros para ofrecerles el mejor asesoramiento en relación con la protección de sus denominaciones corporativas (denominaciones sociales, marcas, nombres comerciales) y otros activos en materia de propiedad industrial e intelectual.